'‘Para toda la muerte’, el humor según Alfonso Sánchez'

Tras el éxito de El mundo es nuestro y El mundo es suyo, Alfonso Sánchez vuelve a dirigir a Alberto López en Para toda la muerte, comedia negra que ha llegado a los cines de la mano de Alfa Pictures. En este filme, se nos cuenta la historia de José Vicente, quien lleva ocho años opositando, y al fin, consigue la plaza que tanto ansiaba. Pero no va a tenerlo tan fácil, y un error administrativo provoca que el ser un asesino o no, sea la delgada línea que separe su sueño de su perdición.

Alfonso Sánchez y Alberto López presentan por toda España Para toda la muerte

Firmada, como decimos, por Alfonso Sánchez, estamos ante un filme fresco y divertido, que consigue que durante la hora y media que dura, no puedas pensar en nada más que en la angustia que gira en torno a José Vicente (Alberto López). No importa lo que tengas en la cabeza cuando llegues a la butaca del cine, todo se disipará desde el primer segundo de la misma. Con un sinfín de referencias al cine negro de Hitchcock, la cotidianeidad de El ladrón de bicicletas o la comedia de Berlanga, encontramos una reflexión sobre la precariedad laboral o la búsqueda de la felicidad en su máximo esplendor. Además, las referencias a sus anteriores trabajos, crean un universo propio que a los espectadores fieles a los trabajos de Alfonso Sánchez, les encantará. Porque hablamos de un modo de hacer cine y de crear humor que lleva el sello del sevillano, con su peculiar ironía y agudeza, capaz de arrancar una carcajada a la vez que no deja “títere con cabeza”.

Para toda la muerte, el humor según Alfonso Sánchez

En el ámbito actoral, Estefanía de los Santos y el mencionado Alberto López forman un tándem sobresaliente. La complementariedad de ambos personajes hace que la narrativa fluya con una naturalidad que consigue que empatices ante la esperpenta situación que están viviendo los personajes. Y, sin duda, que empatices con la actitud de los mismos.

El cine está para entretener y contar las historias de nuestro entorno. Aunque el abanico sea casi infinito, necesitamos que se cuenten historias de nuestros conocidos, de situaciones que perfectamente podríamos vivir nosotros mismos, e historias que nos ayuden a comprender mejor las circunstancias que nos rodean. En un país en el que el arte y los esfuerzos por destacar están tan maltratados, Alfonso Sánchez firma con virtuosismo una historia que nos acerca más a las verdaderas historias que queremos escuchar.  

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