'José Iniesta: “Toda la poesía que me alcanza a mí y me gusta es una poesía que necesariamente nace del amor”'

Natural de Valencia, José Iniesta es un amante de la vida que lleva más de 30 años deleitando con su poesía. Minucioso observador de la realidad que le rodea, se considera un hombre libre y enamorado de su familia, teniendo a la naturaleza y a su entorno como fieles aliados de una vocación de la que disfruta y con la que hace sentir sensaciones vitales a sus lectores.

José Iniesta nos lleva a su yo íntimo con `El eje de la luz´
Fotografía de Patandi

El encuentro en Sevilla del pasado 24 de este mes se convirtió en una agradable velada, en la que presentaste El eje de la luz y recitaste algunos de los poemas de este libro. Aquella calma disfrutada en la librería Caótica fue un oasis en medio de tanto ruido y gritos con los que convivimos habitualmente: el respetuoso silencio de los asistentes y sólo tu voz. ¿Esta ha sido la primera vez que has traído tu obra a Sevilla?

Sí. A leer y a presentar libro, sí, ha sido la primera vez. Bueno, los poetas buscamos ese silencio que nos hace tener una comunión con quienes nos rodean. Ese es el pequeño milagro de la poesía (risas).

Después de seis poemarios publicados, ahora ha salido El eje de la luz, cuyo título es un verso del poema ‘Ser de lo profundo’. ¿qué hay detrás de este título?

Hago referencia a un verso que está en el libro anterior, Las razones del viento, y engancho con este otro donde intento expresar en todo el poemario ese eje que va desde la luz que tenemos por dentro y la luz que vemos al mirar; esa sensación de movimiento de la vida alrededor de ese eje que acaba diluyendo un poco las fronteras y los límites, y acaba haciéndoles desaparecer. La idea es esa. No sé si lo he conseguido, pero va por ahí. Es la intención de vivir en profundidad, con ese amor profundo.

En este tiempo que ha transcurrido desde tu primera obra, Del tiempo y su castigo, en 1985, ¿la persona, José Iniesta, ha evolucionado con su poesía, o ha sido al revés, su poesía ha evolucionado con él?

Creo que van de la mano. Poesía y persona, cuando hay un trabajo honesto, van juntas en la aventura de la vida. Posiblemente, en cuanto a contenido, mi poesía ha variado poco desde que era jovencito. Pero formalmente, sí he ido apuntando a una poesía que evite lo retórico, los adornos, para que sea una poesía desnuda, que lejos del artificio vaya en conexión directa con el alma.

En el poema ‘La música viva’, por cierto, me encanta, podemos leer “…las manos de mi hija -qué sentido-/al tocar el piano/me dicen lo que soy…” ¿Qué es José Iniesta?, o ¿a qué aspira ser?

Irene, mi hija… (risas). Bueno, los poetas vamos buscando un poco esa música. En la reunión que tuvimos dije que los poetas queremos desaparecer pero que nuestra poesía permanezca siempre; que esa canción que somos nunca se pierda. Lo mismo que antes se cantaban los poemas sin saber nadie de quién eran, para mí sería un privilegio que los míos también se cantaran y perduraran sin saber nadie que los he escrito yo. Quiero ser un poco la música.

José Iniesta nos lleva a su yo íntimo con `El eje de la luz´
Fotografía de Patandi

Has dicho: “me gusta mirar y pasear”. ¿Te consideras un bebedor de la vida que se toma de ella lo que le ofrece, sin artificios…?

La mirada es lo que nos permite la conexión con lo de fuera de nosotros. Pero de alguna forma necesitamos esa soledad para estar con uno mismo. La mirada es un paseo en quietud y el paseo es un movimiento con lentitud para acercarnos a las cosas que vemos en la lejanía. Amo a la naturaleza muchísimo, los árboles…

y es ahí donde me puedo ubicar, tomando conciencia de vida y percibiendo mejor todo lo que hay fuera de mí. Esos son los elementos fundamentales para escribir, la mirada y el paseo.

En tu poesía muestras lo mundano, lo cotidiano, esas cosas que por las prisas no percibimos, aunque las tengamos al alcance de la mano. En este sentido, has hablado de tus paseos diarios en bicicleta  en plena naturaleza para ir y volver de tu trabajo, que te permiten ver el mundo con sosiego, ¿verdad?

Claro. Para el poeta, lo esencial es cantar, más que imaginar, el suceso cotidiano de su vida. La mía es una vida bastante sencilla, soy un profesor, tengo dos hijos, vivo en una casa que me he hecho yo mismo… Me encanta viajar, por supuesto, pero los poemas míos  tienen que nacer de ahí, de esa parte cotidiana de mi día a día. Y todo esto me nace del amor que tengo por los míos, de la comprensión y de la ubicación en esos espacios en los que vivo, como es el pequeño jardín que tengo en casa (‘De noche en el jardín’: “Mi vida se apacigua en el jardín…”), o de los paseos que doy con mi mujer en el Rincón de Ademuz, en la sierra de Javalambre. Ahí es donde encuentro mi sitio.

Has nombrado a tu mujer, a tus hijos, a tu familia en general… El poema a tu padre es muy emotivo, ‘Dos besos y el tiempo’. Muchas personas se pueden sentir identificadas con él…

(Risas). Te ha emocionado, ¿verdad? No suelo leerlo por eso. Es sobre un beso que me dio él antes de dormirme, y otro que le di yo cuando ya había fallecido; le agradezco ahí todas las enseñanzas que me dio.

El eje de la luz está dedicado a tu mujer, Teresa. ¿Tienes muy claro que el amor, la naturaleza, tu familia y tu entorno son clave en tu desarrollo como poeta?

Sinceramente, pienso que toda la poesía que me alcanza a mí y me gusta es una poesía que necesariamente nace del amor. Es complicado encontrar una poesía que nos afecte si no tiene ese punto de cantar por amor. Incluso cantar con amor a esas partes negativas de la vida;ese abrazo entre la dicha y el dolor. Pero se tiene que ver como agradecimiento, como constatación de este legado de la aventura de vivir. Mi familia es esencial, porque soy un hombre completamente satisfecho con ella, aunque haya problemillas a veces (risas). Pero la aventura que me ha tocado de vivir con estos dos hijos que tengo y con una mujer que es especial, una maravilla, tiene que ser desde el amor. Porque tú me comentas cómo te ha llegado la poesía de mi padre, y en el fondo, en la poesía, aunque no seamos nosotros, al final, cuando lees a un poeta, acabamos siéndolo.

Se trata de transmitirnos lo que sentimos pero no somos capaces de expresar, y vosotros los poetas tenéis esa facultad, ¿cierto?

Claro. Pero la pregunta es: “¿no acabamos siendo todos lo mismo?”. Es decir, ¿nuestras vidas no acaban siendo las mismas, pero con distintos sucesos? Pues en la poesía hay que apuntar hacia la hondura, lo profundo. Cuando llegamos ahí acabamos todos siendo la misma emoción, el mismo misterio, ese asombro por vivir…

José Iniesta nos lleva a su yo íntimo con `El eje de la luz´
Fotografía de Patandi

Has dicho que eres un hombre enamorado que se siente libre. ¿Si no lo fueras, podrías escribir?

¿Qué estoy enamorado? Claro. Soy una persona enamorada de mi mujer y de muchas cosas. Me entusiasma vivir (risas). Y, desde luego, para escribir hay que hacerlo con absoluta libertad. Tienes que sentir que lo que haces es con auténtica libertad. La buena poesía se hace cuando estás encadenado a la vida, pero libre. Ahí es cuando uno canta de verdad a la emoción.

En ‘Tarde de agosto’ dices: “Qué suerte envejecer en este patio / al lado del granado que me sabe…” ¿Quizás esa sea la verdadera búsqueda de la libertad, sentirse y encontrarse a gusto consigo mismo y donde uno quiere estar?

Ahí, mi poesía sí ha cambiado. Antes era más un poeta de movimiento, de verlo desde fuera. Pero ahora encuentro más sentido en la mirada que persiste sobre lo que conozco y ahondar más en esa experiencia. Me compensa más esa quietud aparente, que en realidad es un remolino por dentro: “Estar satisfecho con mirar lo mirado”. En este caso que mencionas es el patio.

¿Otra manera de empatizar con el lector y mimetizarte con la naturaleza la encontramos en ‘Beber la lluvia’, todo un guiño a la infancia: “Esta lluvia soy yo, y soy la sed”?

Sí, sí. Ahí la poesía intenta rescatar esos momentos que son pequeños milagros. La experiencia de mirar al cielo, a la lluvia… es un arquetipo. Mucha gente se siente identificada con esta experiencia, y dice haberla vivido en su infancia (risas).

En tu presentación en Sevilla, el poeta Francisco José Cruz realizó una sincera alabanza sobre tu persona, tu poesía y vuestra amistad. No quiero dejar pasar por alto la figura de este poeta sevillano. ¿Qué puedes decirme de él?

Bueno, tampoco quería yo dejar pasar la oportunidad de tener unas palabras de agradecimiento hacia él, porque para mí, Fran fue el primer poeta de verdad de mi generación que conocí, cuando yo era muy jovencito, en unos encuentros de poesía. Nos hemos tenido un aprecio enorme. Es un poeta impresionante. Ha publicado casi toda su obra fuera de España, en países de Sudamérica, en México… y es un poeta que busca la sencillez, es muy hondo, y equilibra muy bien el mundo emocional y de la  memoria con el pensamiento, de una manera preciosa. Es un gran erudito, muy trabajador… Reencontrarme con él fue muy emocionante. Y, además, sigue siendo muy buena persona.

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